martes, 20 de marzo de 2012

La medicina de familia soñada.






Mientras me hipnotizaba por el olor, sonido y calor de la chimenea mi mente se ha teletransportado a un mundo mágico.

Las carreteras eran verdes y estaban llenas de bicicletas. Las personas que se dirigían a lugares cercanos unían sus ruedas y se turnaban con el pedaleo. ¡Había bicicletas con 20 personas!

Compraban y cocinaban únicamente los alimentos que se necesitaban. Tirar comida era de malvados. Un niño en una ocasión, arrojó unas espinacas a la basura y unas sirenas dieron la señal de alarma en toda la ciudad. Estaba absolutamente prohibido.

Los sueldos de los políticos los decidían los ciudadanos democráticamente. Algunos lo hicieron tan mal que tuvieron que pagar en lugar de recibir. Pero la mayoría cumplía y representaba los objetivos del pueblo.

Pero lo mejor de todo era la medicina.Gran parte del dinero de la sanidad se invertía en Atención Primaria.
Los médicos de cabecera tenían 15 minutos por paciente y cuando tenían que visitar a algún enfermo a su domicilio disponían de 45 minutos.
Cuidaban de los niños, adolescentes, adultos, embarazadas, ancianos y estaban a tu lado para mejorar la calidad de tu muerte.
Hacían infiltraciones, colocaban DIUs e implantes hormonales, te quitaban una lesión cutánea y educaban en los institutos sobre prevención de drogodependencias.
Los médicos de la residencia recetaban, los justificantes laborales de 48 horas los hacia el propio enfermo con una declaración jurada, la receta era electrónica y podían hablar con los especialistas del hospital en cualquier momento para resolver dudas.
El médico de Atención primaria sabía todo de sus pacientes. Esto aumentaba la seguridad del enfermo y conocer a la persona en su globalidad mejoraba la puntería en el diagnóstico y evitaba pruebas innecesarias.
La opinión del médico de familia era prioritaria en la planificación de la salud, desde la normativa hasta la organizativa.
En la consulta los ordenadores estaban apartados. Los médicos miraban a los ojos a la persona enferma y ejercían una medicina principalmente humana.
El médico de cabecera estaba tan preocupado por los pacientes que no paraba de investigar. Además parte de su horario de trabajo estaba programado para ello.

De repente, el olor a leña se transformó en apetitoso olor a carne asada. Era Pedro, la comida estaba hecha.
Pero os digo una cosa, esto es sólo un sueño. Sin embargo casi todo lo que sueño se cumple. Así que seguiré luchando para que este se haga realidad.

Os dejo unos videos para soñar, una que me envio mi querida amiga Lucia y otro con el comienzo de la película Amelie. Soñad...