sábado, 4 de febrero de 2012

La bata de plomo




Érase un vez una niña que soñaba con ser médica de familia. Estudió muchos años hasta que por fin lo consiguió. Tras mucho, mucho esfuerzo logró vestir esa bata blanca con alas para volar en su profesión. Era feliz.

Comenzó con mucha ilusión y planeaba en la consulta explorando, estudiando, diagnosticando, tratando, previniendo, educando y cuidando.

Con el tiempo la bata iba pesando más y cada día le costaba más despegar.

Sus bolsillos se iba llenando de recetas de diferentes colores, de justificantes de reposo domiciliario, de un sistema informático poco útil, de muchos pacientes en poco tiempo, de burocracia de la residencia, de informes para todo, de horas de retraso, de no poder ni mirar a sus pacientes...

La bata pesaba, se cargaba cada día más y más y más...

Sin embargo era tanto su empeño en volar, que luchaba contra ese peso. Iba antes a la consulta para hacer burocracia, hacía los avisos fuera de su horario laboral, y estudiaba muchísimo para poder pensar más rápido y hacer su trabajo mejor. De esta forma, más o menos conseguía volar.

Un día cuando la bata pesaba tanto que casi no se la podía poner, llegó la noticia de que tenía que aumentar su jornada laboral. Y la novedad no era que fuese a tener más tiempo para los pacientes, sino que tendría que pasar la consulta más horas al mismo ritmo. Era imposible, no podría mantener el vuelo.

Las lágrimas brotaron de sus ojos, lloró y lloró hasta empapar la bata, y las alas estaban tan húmedas que no se podían mover.

No entendía que a pesar de realizar esos vuelos tan pesados quisiesen cargarla con ese lastre. Acaso no veían en que condiciones volaba.

Ella lo intentó y chocó, lo volvió a intentar y se equivocó, lo volvió a intentar y se estrelló.

Estuvo un tiempo arrastrando la bata, la arrastraba, tiraba de ella con todas sus fuerzas.

Al ver que no podía volar cogió la bata y la quemó.

domingo, 29 de enero de 2012

En el centro de salud puede realizarse la prueba del VIH

Ese día Enrique venía sólo a la consulta. Tenía 17 años y desde hace dos años siempre venía acompañando a su madre. Ella sufría una depresión desde que se divorció y Enrique a pesar de su edad, exhibía una increíble madurez. Estaba en segundo de bachillerato y quería estudiar arquitectura como su padre.

Ese día Enrique venía sólo y en sus ojos se leía preocupación y miedo. Su doctora le miró con cariño y le cogió las manos. ¿Qué te pasa? le preguntó, y comenzó a llorar, lágrimas, llanto, lágrimas, llanto... así estuvo 5 minutos sin decir palabra, después su doctora le abrazó y Enrique comenzó el relato.

Habló de un sábado, se había enterado que su padre estaba viviendo con una mujer que no era su madre. Habló de un sábado de cabreo, quería olvidar y anestesiar su cerebro, dejar de pensar. Habló de un sábado de botellón, de beber de todo, de porros, de pastillas. Habló de un sábado confuso en una discoteca , una mujer que le besaba, un baile acurrucados. Habló de un sábado de equivocación, un servicio incómodo donde la mujer era un hombre, o quizás una mezcla, donde probó cosas nuevas,donde el dolor se mezclaba con el placer, donde no sabes ni lo que haces. Habló de un sábado sin protección, donde una pérdida de control te lleva a aspirar enfermedades, a llevarte todo por no poner barreras.

Su doctora le consoló y le recomendó hacerse unos análisis para estudiar enfermedades de transmisión sexual. Además le habló del período ventana y de la posibilidad de tener que repetírselo en unos meses porque en ocasiones tardan en dar positivo. "Enrique", le dice su doctora, "cuenta conmigo para lo necesites y te llamaré en cuanto tenga los resultados".

Era lunes, Alicia, la doctora, entraba corriendo a la consulta. Necesitaba sacar unos minutos para revisar las analíticas de los pacientes antes de comenzar con urgencias y una larga lista de personas que atender. Prudencio tenía el colesterol por la nubes, Milagros el tiroides perfectamente controlado y Felisa tras iniciar el tratamiento con insulina tenía controlados los niveles de azúcar. En ese momento llegaron los análisis de Enrique y Alicia se entristeció. Le Llamo por teléfono para que acudiese a la consulta esa misma tarde.

Enrique creyó morir cuando escuchó la voz de Alicia explicando que la prueba de VIH había salido positiva. Le explico que tenía que acudir a la consulta de medicina interna del hospital para realizarse más pruebas, Alicia no podía pedirlas desde atención primaria. Enrique gritó desesperado. No iría al hospital, confiaba en Alicia pero no quería hablar del tema con nadie más.

Al día seguiente volvió Enrique con su madre a la consulta. Se lo había contado todo. Se hizo todas los exámenes y afortunadamente,  a pesar de ser seropositivo sus defensas estaban bien y de momento no necesitaría tratamiento. Alicia le enseñó a cuidarse, le ayudó a dejar de fumar y a hacerse y ponerse fuerte.

Periódicamente, Enrique iba a ver a su doctora. Le llevaba los informes del hospital. Era una pena que no fuera posible hacer el seguimiento en el centro de salud. Cada vez que iba al hospital perdía un día entero de facultad. Estaba estudiando arquitectura. Pensaba que Alicia podía examinar su carga viral y CD4 y derivar al hospital una vez que estuviese indicado tratamiento. Pero lo importante era que iba todo bien.


Durante la residencia de medicina familiar y comunitaria hice un rotación de un mes en el centro sanitario Sandoval. Recuerdo llegar antes de tiempo el primer día y ver un fila enorme de gente de todo tipo esperando su apertura. Aprendí muchísimo de enfermedades de transmisión sexual.
En la consulta de Jorge del Romero conocí cómo hacer consejo reproductivo en parejas serodiscordantes. Tenía un tablero lleno de fotos de hijos de parejas que seguía en la consulta. Fue emocionante ver cómo una mujer con una pareja seropositvo podía tener un hijo sano. Me tranquiliza saber que Enrique, el chico de la historia, pueda tener alguien que le cuide en un futuro, cuando quiera tener descendencia.




Centro sanitario Sandoval

A pesar de las campañas y de mucha información existe un retraso diagnóstico del VIH en España. Esto supone un inicio tardío del tratamiento y un aumento del riesgo de transmisión.
En el centro de salud puede realizarse la prueba de VIH. Si tiene dudas consulte con su médico de familia.

Y evitemos comenzar estas historias utilizando el preservativo.






Más información en infosida