jueves, 19 de enero de 2012

¿Drogas? No, gracias.

Cristina odiaba estar en casa. Las cosas no iban bien entre sus padres y prefería pasar más tiempo en la calle. Después fue cambiando sus amigos de siempre por malas compañías. El alcohol y el tabaco le ayudaban en su huida.
Las discusiones en casa eran cada vez mayores y necesitaba drogas cada vez más fuertes para olvidar: marihuana, éxtasis, heroína, cocaína... El abuso consiguió trasladarla al mundo de la inconsciencia y los minutos que despertaba a la realidad su alma se consumía al saber todas las oportunidades que iba dejando atrás.
Ya tenía treinta y tantos y sus horas las gastaba mendigando, prostituyéndose y absorbiendo la droga para olvidar su verdad.
Un día mientras intentaba inyectarse una dosis de speedball en una cabina de la narcosala de Las Barranquillas, el médico se acercó. Le explico unas pautas sobre seguridad e higiene para la administración intravenosa, tenía destrozadas las venas de las piernas y de los brazos.
Joaquín, el doctor, le dijo, ¿Te acuerdas lo que paso la semana pasada?. Entonces le miró y recordó, recuerdos de una mala noche, recuerdos de una inyección excesiva de heroína, recuerdos de perder la conciencia, recuerdos de dejar de respirar, recuerdos de gritos pidiendo auxilio, recuerdos de una inyección de naloxona...recuerdos de Joaquín, el médico de la narcosala, a su lado sujetando su mano mientras se despertaba.
Era él, le había salvado hace una semana y ahora le ayudaba a reducir daños durante su consumo. Joaquín le dijo " si quieres te puedo ayudar a salir, a mi también me salvaron en su día".
Cristina absorbió sus palabras y se imagino en un trabajo ayudando a los demás, se imagino durmiendo en una cama, su cama, se imagino cocinando su comida, se imagino feliz. El color verde pintó su alma.
Al día siguiente cuando fue a la consulta de Joaquín para recoger el tratamiento con antiretrovirales habló seriamente con él. Siguió un programa de metadona y después de mucho esfuerzo, ayuda y tesón salió de ese agujero profundo y negro.



Hace años, cuando terminé la carrera comencé la búsqueda de mi lugar en el mundo. Como meterme en una academia a memorizar preguntas tipo test no me parecía una buena opción me fui de voluntaria a la Narcosala de Las Barranquillas.
Un todoterreno me esperaba en la renfe de Vallecas y en 10 minutos entré en otro mundo. Chabolas, hogueras, cochazos, niños gitanos jugando con una pelota, la policía cubriendo con una manta a un fallecido, gente durmiendo en el suelo, charcos, jeringuillas...mucha misería.
La narcosala contaba con cabinas para el consumo, jeringas, agujas y gasas estériles, una consulta medica, un comedor social y camas. Había trabajadoras sociales, enfermeros, cocineras, un médico y los hombres de seguridad.
Estuve poco tiempo, lo abandoné quizás por miedo, por presión familiar o porque no era mi lugar en el mundo. Sin embargo, cada minuto que viví me impactó y me cambió. Las historias de los usuarios, algunas como las de Cristina y Joaquín, otras mucho más tristes,y  la experiencia de los profesionales me enseñaron a comprender el universo de las drogas.

He viajado, trabajado y experimentado en muchos sitios pero ninguno como Las Barranquillas.
Según he leído la narcosala se desmanteló a finales del 2011 debido a un cambio en el perfil de usuarios y en consecuencia de sus necesidades. Confío en que se hayan creado otro recursos puesto que es un tema muy serio y la reducción de daños en este tipo de patologías es imprescindible.



El repugnante cosmos de las drogas sigue fluyendo en el aire, sólo que ahora se consume alcohol,cannabis,cocaína,éxtasis y esos inventos químicos que reaparecen cada minuto. Y me encantaría tener una varita mágica para hacerlo desaparecer.

En la consulta es un problema relativamente frecuente, veo como destroza familias y tritura a personas maravillosas. Los familiares se suelen esconder y les cuesta hablar. Tienen miedo a esta sociedad que siempre da la espalda a asuntos aparentemente marginales.Los consumidores viven en un mundo irreal del que creen poder salir sólos.

Me preocupa la falta de recursos. Son patologías que requieren un manejo multidisciplinar y en ocasiones hay que recurrir a ayudas privadas, y no todo el mundo se lo puede permitir. Mucho veces tenemos las manos atadas o vacias.

Propongo varias mejoras en la consulta de atención primaria:

1. Para familias y amigos de consumidores. Ante la más mínima sospecha buscad ayuda. Hablad con vuestra médica de familia, con el trabajador social, actuad cuanto antes. Llenaos de paciencia, valentía, templanza, esfuerzo y compresión. Y no os escondáis, desahogaos. Por desgracia es un problema muy frecuente y la unión hace la fuerza.

2. Para profesionales. Es un tema complicado, que requiere mucho tiempo y aguante. Son pacientes difíciles pero muy agradecidos. Debemos ayudadles y buscarles todas los apoyos y recursos posibles. Hay que ser cariñosos, lo necesitan. Y no olvidemos cuidar a las familias, sufren mucho. Una crítica personal es la descoordinación entre atención primaria y CAID. Esto, que depende en parte de mi lo tengo que mejorar.

3- Para dirigentes, políticos y similares. Un esfuerzo económico y legislativo a este nivel es necesario. Las drogas de diseño van aumentando en tipo y consumo y desconocemos sus repercusiones futuras, pero no impresionan de buenas. Es necesario aplicar todas las medidas legales posibles y recursos asistenciales para frenar y solucionar este grave problema de salud pública.

4- Para pacientes. Os pido sinceridad, lucha y constancia. Sabemos que es difícil pero se puede conseguir. Probablemente sea lo más importante que hagas en tu vida.

Si algún paciente, familiar o amigo, hombre o mujer, niño, adolescente o adulto, hijo, madre o abuelo, tiene alguna duda, problema o tentación que acuda a mi consulta. Yo le ayudaré en todo lo que pueda. No tengan miedo porque ni les voy a juzgar, ni regañar, ni gritar, simplemente buscaremos en conjunto la mejor solución posible. Contad con todo mi apoyo.

Y para evitar entrar en esta espiral del horror cuando le ofrezcan una copa diga que no, cuando le ofrezcan un cigarro diga que no, cuando le ofrezcan un porro diga que no, cuando le ofrezcan cocaína diga que no, cuando le ofrezcan éxtasis u otras pastillas diga que no...pero siempre con educación, ¿drogas? No,gracias.






2 comentarios:

Anónimo dijo...

Seria interesante que existiera mayor coordinación entre medico e institutos

Inmaculada Sánchez Vázquez dijo...

Totalmente de acuerdo. Eso no funciona y hay que cambiarlo. Además en los institutos es donde debemos empezar a trabajar estos problemas. Muy buena puntualización. Muchas gracias.